ENTRE ENCINAS Y MONTAÑAS
Ubicada en una urbanización residencial del municipio madrileño de Valdemorillo, con la cercana presencia del embalse de Valmayor, los lejanos reflejos de la ciudad en el horizonte y la potente silueta de la sierra de Guadarrama hacia el norte y el oeste. Hacia el sur y el este se otean las amplias llanuras fluviales que siguen su camino hacia el Tajo, un vasto paisaje de un mar de encinas.
El susurro de las hojas acariciadas por el fresco viento de la sierra. La sombra ondulante de los árboles deslizándose por los cálidos mampuestos de los muros. Unos muros que avanzan y retroceden en busca de la adecuada privacidad de cada espacio. Potentes terrazas ajardinadas que en audaces voladizos configuran espacios a cubierto que, ininterrumpidos, penetran en los interiores diáfanos de las estancias, entre amplios ventanales y texturizadas maderas. A sus pies, la lámina de agua que refleja una arquitectura sólida, de geometrías puras. Y en el horizonte, el vasto mar de encinas que se desvanece en el distante sur… un lugar onírico para vivir.
LA FORMA COMO ADAPTACIÓN A LA CLIMATOLOGÍA Y LUGAR
La parcela está dotada con la inestimable presencia de un grupo importante de encinas. Estas se distribuyen en dos grupos, uno apiñado en la mitad norte y otro más disperso hacia la zona sur. El tercio central queda despejado, por lo que su preservación no es solo deseable, sino perfectamente viable.
La estimación de las sombras arrojadas en el futurible más desfavorable, considerando la máxima edificabilidad de las parcelas colindantes y la influencia de los árboles preexistentes, muestra que el área de mayor captación solar de la parcela queda delimitada en su tercio central, siendo este el ámbito idóneo para la implantación de la vivienda.
Teniendo en consideración el arco solar de la parcela, se establece el criterio de disponer a norte los espacios protectores, dejando los espacios habitables abiertos a sur. Las fachadas norte se configuran, por tanto, por muros opacos con escasez de huecos, mientras la fachada sur despliega grandes aberturas.
Puesto que la mayoría de huecos abiertos se orientan a sur, se diseña una protección solar fija mediante voladizos que logren formar un ángulo con el suelo de 55°, permitiendo sombrear gran parte de las horas en las que la radiación solar es perjudicial sin obstruir el soleamiento durante la mayor parte de las horas de captación solar. El voladizo será además permeable para evitar la acumulación del calor.
Sobre este contundente basamento asienta el ligero pabellón de la planta superior. Afinada en esbelto canto, bajo su cubierta se desarrollan los usos exclusivos del matrimonio, funcionando como una pieza privativa: el refugio celoso de la intimidad en pareja.
SINTAXIS DE MUROS DE PIEDRA Y VOLADIZOS
En una planta baja diáfana, donde los límites entre el interior y el exterior se desvanecen y la relación con el espacio ajardinado se vuelve íntima, completa, resulta imprescindible establecer mecanismos que garanticen el adecuado grado de privacidad en cada estancia. Los muros estructurales se perfilan, en este sentido, como el elemento idóneo para lograr esta independencia visual entre las partes sin renunciar a una plena integración con el entorno. El deslizamiento relativo entre estas superficies verticales, en una danza perfectamente orquestada, impide las visuales cruzadas entre estancias, evitando miradas indiscretas que arruinarían la sensación de confort en la vivienda.
Desde estos sólidos muros se lanzan rotundas terrazas ajardinadas en voladizo que con sus sombras permeables refrescan los espacios exteriores y protegen los interiores de captaciones solares desfavorables. Sobre sus superficies vegetales, los usos de la planta superior encontrarán zonas de expansión de gran calidad espacial.
LA MATERIALIDAD, VÍNCULO ENTRE LA CASA Y EL PAISAJE
La vivienda se proyecta con una serie de materiales nobles y orgánicos que transmiten al mismo tiempo la relación con el mundo natural y la calidez propia del interior doméstico, lográndose el pretendido equilibrio armónico entre la arquitectura y su entorno.
Trabados con piedra del lugar, los muros de mampostería, con su áspera robustez y cálida presencia, consiguen vincular la arquitectura con la tierra sobre la que se asienta. Es también la sobriedad de la piedra la que se extiende ininterrumpida entre el interior y el exterior a través de un pavimento que ajustan su estereotomía a la superficie diáfana de la planta baja. La acogedora textura de la madera reviste tanto superficies pavimentadas, en planta superior y espacios exteriores, como paramentos verticales mediante panelados o finos listones, que permiten una adaptación en la apertura de huecos, variándose en función de las necesidades circunstanciales. Las grandes superficies transparentes de vidrio son las principales artífices de una relación interior – exterior fluida. Gracias a estas hojas móviles el espacio interior se expande y el paisaje penetra en la vivienda, en una fusión plena. La proximidad al contacto humano requiere del mullido pisar de las alfombras o del tacto suave de los tejidos sedosos de ligeros cortinajes. Los textiles, con su afabilidad, humanizan las atmósferas, aproximándolas al usuario y transmitiendo algo inefable: la sensación de hogar. Finalmente, las plataformas tersas y abstractas de los voladizos embastan su cromatismo con el resto de materiales con una tonalidad clara, teñida de ocres.
JUEGOS DE AGUA
El enfriamiento evaporativo se logra al incrementar la cantidad de vapor de agua del aire que se introduce en la vivienda cuando una masa de agua en movimiento pasa del estado líquido al gaseoso. En este proceso, el líquido absorbe energía del aire, lo que genera una reducción de la temperatura ambiente. Estas superficies de agua deben ubicarse en los espacios previos a la entrada de aire en la edificación.
De este modo, una pequeña lámina de agua, con su superficie ondulada por el efecto del caño de una fuente, se sitúa a norte acompañando al visitante en su acceso a la vivienda. Asimismo, a sur, la gran superficie de agua de la piscina se adapta a los movimientos propios de la vivienda, creando zonas de playa y canales de nado entre espacios aterrazados de madera.
VEGETACIÓN INTEGRADA
Se adopta la utilización de cubiertas vegetales por menor absorción menor de calor y mayor inercia térmica. Además de recuperar el espacio verde que ocupa la huella de la edificación, logran impedir que el calor producido por la incidencia de la radiación solar sobre la cubierta penetre en el interior de la vivienda. Contribuyen, igualmente, a regular el nivel de evacuación de las aguas. El agua pluvial será, asimismo, recogida para su reutilización en el riego.